El peligro más importante que corre un empresario es dejar a un lado su vida. Y dedicarse al trabajo sin hacer nada más allá, abandonando sus pasiones. Además, pensando que llegará el momento para hacerlo después.
Demasiados empresarios se entregan en cuerpo y alma a hacer crecer sus negocios. En consecuencia, sacrifican su salud, su calidad de vida e incluso sus relaciones. Y esto ocurre porque creen que a futuro tendrán el tiempo para todas esas cosas. Pero permíteme decirte algo, eso es una mentira. Lo más probable es que levantes una organización que dependa demasiado de ti, tanto para la toma de decisiones como para controlar lo que ocurre en ella.
El primer elevadorista
Septiembre de 1928, Londres: Meal Time at the Grosvenor House service flats.
En el año de 1854, se inauguró el Crystal Palace de Nueva York y Elisha Graves Otis se montó por primera vez en su elevador. Esto causó asombro entre todos los asistentes al evento. En aquel momento, el arquitecto que asesoró la obra, Edward Hurry, se acercó a Otis y le dijo:
“Nos vamos a hacer ricos, yo represento al grupo de inversionistas más grande de EUA y desarrollaremos más de 1000 edificios en los siguientes veinte años y tú pondrás un elevador en cada uno de ellos”.
Y entonces le respondió: “No será tan fácil Hurry, de dónde sacaremos a tantos elevadoristas calificados que los manejen con seguridad”.
Aún con la tecnología lista y probada, con recursos financieros al alcance, el crecimiento dependía de una persona, el elevadorista. Este factor de dependencia impedía el crecimiento en esos días.
Dependencia hacia el director general
Ahora es momento de analizar si en tu compañía existe un escenario similar al de “el elevadorista”. Y principalmente, cuida de no representarlo tú. En la actualidad, resulta muy común que para operar, las organizaciones dependan de su director general.
¿Qué ocurriría si dejaras de acudir a tu empresa por seis meses?
Tengo la seguridad de que más del 80 por ciento de los empresarios, responderían que la empresa iría en picada. Este riesgo de desaparecer ocurre pues no cuentan con un equipo gerencial capaz de sostener la operación. Construir un negocio que dependa de ti, y no encontrar balance con tu vida personal, es tu mayor riesgo. Además de lo que representa por sí mismo, puede generar consecuencias graves.
Tener un negocio es como tener un hijo
En un primer momento, depende enteramente de ti. Sin embargo, más adelante debe ser independiente.
4 claves para abandonar el síndrome del elevadorista en tu compañía
1. Pon límites a tu trabajo
Dale espacio a tus relaciones, pasatiempos y a cuidar tu salud. Aprende a tomar verdaderos días libres. Esto significa que no trabajes en absoluto.
2. Debes aprender a delegar
Para delegar, un buen método es enfocarte en las actividades para las que eres bueno o aquellas que disfrutas. Y asignar el resto a tus colaboradores. Así desarrollarás a tu equipo.
3. Promueve la creación de sistemas y procesos
Si estableces sistemas, el logro de las tareas dependerá de los procesos y no de las personas.
4. Un plan de desarrollo de líderes es vital
Formar líderes que estén al frente de lo operativo es la única manera en la que el negocio dejará de depender de ti. Así alcanzarás la libertad para dedicarte a generar cosas que le agreguen valor.
Toma en cuenta y elimina el peligro más importante que corre un empresario, la dependencia gerencial. Ve en el camino hacia la libertad empresarial.
El autor, Alejandro Valdés es especialista en crecimiento de dueños de negocio. Su dirección de correo es: alejandro.valdes@innovarte.mx
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