La educación es un tema obligado para lograr incrementar la riqueza de los países, la población que logra tener acceso a ella, tiene mayores probabilidades de mejorar su calidad de vida.
No es casualidad que los países con más y mejor desarrollo en ciencia, tecnología y otros bonitos campos del conocimiento sean también los más prósperos.
En México, se sabe que Puebla es una de las ciudades con más concentración de Instituciones Educativas -sobre todo universidades- cada año, miles de personas provenientes de diferentes puntos del país buscan obtener un lugar para hacerse de una carrera profesional y ganar la apuesta por el futuro.
Juan Solís González logró ser parte de la estadística de ingreso en el examen BUAP del año 2003, tenía 18 años cuando tras la feliz noticia, migró desde su natal Teteles de Ávila Castillo hacia la Ciudad de Puebla para estudiar la carrera de Ciencias de Comunicación; todo iba bien hasta que en casa empezó a haber problemas económicos, fue entonces que decidió poner pausa a sus estudios y decantarse por una solución más rápida para mejorar las finanzas familiares: migrar a los Estados Unidos y ganar en dólares sin visa de por medio.
Juan estaba por experimentar la sensación de un corazón estrujado buscando cruzar el Río Bravo para emplearse como se pueda y donde se pueda.
El plan parecía bueno y con los pies ya en la nube del sueño americano, Juan tuvo que dar dos pasos hacia atrás, era el año de 2006 y recién se había generado desde el congreso de los Estados Unidos una reforma a las leyes de inmigración; básicamente se planteaba aumentar las penas para los indocumentados y severas medidas para quienes les dieran trabajo o les ayudarán a permanecer en el país.
Surgieron manifestaciones y protestas en contra de la reforma que criminalizaba a los migrantes, los que sí tenían green card ante este ambiente tan enrarecido y complejo, empezaron a prescindir de los servicios y mano de obra de los paisanos -por si las moscas-.
Juan tuvo que devolverse a México sin dólares, pero con una visión distinta, retomó los estudios y se convenció así mismo que a pesar de las adversidades, la universidad le permitiría forjar sus competencias y talentos para hacer diferencias significativas tanto en su familia como en su país.
“Si me hubiera salido bien el plan, tal vez seguiría siendo obrero o la mano de obra de alguna empresa extranjera y no sería el profesional que soy hoy”
Juan después de su sobresaliente egreso, de acuerdo al testimonio de desempeño en las áreas de Publicidad, Comunicación Organizacional, Investigación Científica y Periodismo que le otorgó el CENEVAL (Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior A.C.)
Empezó a trabajar en el INEA (Instituto Nacional para la Educación de Adultos) en donde poco a poco escaló a nivel de Coordinador de Zona; su trabajo consistió en implementar estrategias para personas en rezago educativo en la sierra norte y nororiental del Estado de Puebla con comunidades de alto grado de marginación.
Juan se sorprendió de la magnitud del problema y de lo importante que resulta motivar la conclusión de los estudios de educación básica en la población; descubrió entre otras cosas, que el rostro del rezago educativo en México es de mujer y que a partir de ella se desencadenan otros males que bien se podrían evitar si tan solo supiera leer y escribir.
Una madre teniendo educación básica completa tendría mejores herramientas para un acompañamiento exitoso en la educación de sus hijas e hijos y por supuesto para sortear la vida diaria de mejor manera.
Sus experiencias incluyen proyectos dirigidos a comunidades indígenas que se desenvuelven en lengua náhuatl y totonacú, donde se implementaron estrategias para poder no sólo alfabetizar en español sino en su propia lengua.
Sin duda su propia historia, le ha ayudado a ser sensible ante las necesidades y motivaciones de quienes son y han sido objeto de su labor, Juan se formó en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y en la Universidad Pedagógica Nacional con diplomados y cursos para reforzar sus conocimientos didácticos y pedagógicos y así diseñar y desarrollar acciones efectivas para disminuir el rezago educativo.
¡No te sorprendas! Pero las zonas conurbadas de la Ciudad de Puebla concentran altos índices de analfabetismo, y a pesar de que han existido múltiples campañas para combatirla como la Cruzada por la Alfabetización en el 2011 donde la BUAP, la UNAM y el INEA sumaron esfuerzos, al momento de convocar e invitar a la población objetivo, los operadores del programa se topan con que la mayoría de las personas están ocupadas en alguna actividad económica y les resulta más urgente ganar dinero o descansar que retomar sus estudios o aprender a leer y escribir.
¡Hay mucho por hacer! Y la reflexión en el tema de negocios involucra a los más jóvenes, pues terminar la educación básica incrementa significativamente las posibilidades de ser un emprendedor bueno pa todo, mientras que carecer de ella es casi una sentencia a un trabajo con nulas o escasas prestaciones, poco tiempo libre y ciertamente con fecha de caducidad.
Hoy desde el aula virtual o presencial -según la pandemia lo permita- Juan, se dedica a inspirar jóvenes universitarios y de nivel medio superior para que sigan su camino al éxito y no duda en compartir la anécdota que acabas de leer para que tengan la certeza de que echando a perder se emprende.
Yo soy Vianney Hernández para Conhectores y nos leemos pronto para más historias como ésta.