Por Thomas Karig en Conhectores
México no ha tenido realmente una política industrial más allá de promover sus acuerdos comerciales.
Pero es un hecho que algunas regiones del país han sido más exitosas que otras para atraer las inversiones, sobre todo, en la industria automotriz desde que se firmó el TLCAN que hoy se convirtió en T-MEC.
EL PULSO DE LA INDUSTRIA
La verdadera política industrial
Los factores que influyen sobre las decisiones de inversión son varios, y la ubicación que reúna la mayor parte de los requisitos será la que se lleve el proyecto.
En primer lugar, están las condiciones que tienen que ver con fenómenos naturales: clima, tormentas, sismos, erupciones volcánicas. Vaya que en México hay muchas zonas que presentan riesgos en este sentido, lo que reduce el área elegible a la meseta central y algunas zonas fronterizas.
Luego se considera el acceso a vías de comunicación como son autopistas, ferrocarril y aeropuerto. Cuando éstas ya existen, se facilita mucho la decisión, porque confiar de las promesas de construir este tipo de infraestructura en el futuro resulta poco recomendable.
El suministro de energía es importante, pero más fácil de proporcionar en un momento dado, excepto el agua cuando se trata de zonas con escasez. Una vez ubicada la zona, se analizan los terrenos disponibles, en cuanto a tamaño, forma, topografía y régimen de propiedad.
Cuando hay parques industriales que ya cuentan con infraestructura, se facilita mucho la decisión. Si recordamos el proceso de decisión de la planta de motores de VW, esa fue la razón principal para que esta se instalara en el Parque Puerto Interior de Silao.
El siguiente criterio, y que tiene mucho peso, es la calidad de vida que los trabajadores y ejecutivos encuentran en la zona. Por eso, la mayor parte de las nuevas fábricas terminan ubicándose cerca de
zonas urbanas que en la mayoría de los estados en México son las capitales.
La disponibilidad de zonas residenciales, colegios, servicios de salud, oferta comercial y de esparcimiento, termina siendo un factor decisivo, con un componente subjetivo por parte de los tomadores de decisión que no es menor.
Por ejemplo, si se trata de una empresa alemana, la existencia de un Colegio Alemán puede ser lo que inclina la balanza, como fue el caso de Audi en Puebla.
¿Y los incentivos económicos?
Si no se cumplen los requisitos anteriores, difícilmente una subvención financiera los puede compensar. Los incentivos tampoco sirven para contrarrestar desventajas en costos de operación, como podría ser una ubicación geográfica que incremente demasiado los gastos en logística.
Los recursos de los gobiernos están mejor invertidos en más infraestructura y servicios confiables. Así se genera un desarrollo más sostenible, y estados y municipios más atractivos no solo para las empresas, sino también para los ciudadanos.
En conclusión, la mejor política industrial y de atracción de inversiones es la que genera entornos amigables para la ubicación de las fábricas y la vida de las personas. Claro que ese entorno incluye la certeza jurídica y la seguridad de personas y mercancías.
Actualmente, y hablando de la industria automotriz, México puede generar una coyuntura muy favorable para la atracción, o incluso la generación, de nuevas empresas.
El T-MEC, con sus requisitos más exigentes de contenido regional, junto con la dificultad que enfrentan empresas chinas para acceder al mercado de Estados Unidos, predestina a México como ubicación de nuevas fábricas.
Los desarrolladores de parques industriales reportan una demanda creciente de naves para manufactura y almacenamiento, destacando positivamente en un mercado inmobiliario que para otros sectores se encuentra deprimido.
Es el momento para que los gobiernos, federal y estatales, junto con las asociaciones de la industria y los clusters automotrices, tomen un rol mucho más activo. Esperar que las empresas vengan por su propia iniciativa es desperdiciar una gran oportunidad.
La información de la demanda potencial de autopartes de las armadoras y grandes proveedores se puede integrar, apoyada con las estadísticas del comercio en cuanto a las importaciones que México hace.
Es un análisis técnico que tiene que ser hecho por expertos en ingeniería y procesos. Los recursos necesarios son mínimos en comparación con las oportunidades potenciales. Así se pueden generar portafolios de inversión con demanda garantizada, que fácilmente van a convencer a inversionistas nacionales y extranjeros.
La idea no es nueva y ha sido planteada muchas veces. Pero ahora es cuando, las oportunidades se dan una sola vez.