En el ensayo anterior, escribía sobre el proceso de hacer salir a las personas, pero para qué las educamos, ¿Para el mal?, ¿Para que pasen por encima de otros con tal de conseguir sus metas? Hablemos de el mal que nos aleja de lo humano.
Pareciera que, en pleno 2022 vivimos en momentos oscuros de la humanidad, como si estuviéramos en una agonía, en una lucha constante entre el trabajo y el cansancio. O entre el bien y el mal, entre estar y no estar en el mundo. Y entre la paz y la guerra como si estuviéramos en una constante urgencia donde se tiene que vivir el poder, no importa si se pasa por encima de los otros. Como si parte de la fragilidad del hombre sea estar constantemente de cara a esta oscuridad que nos remonta al mal. El mal que nos aleja de lo humano.
Un mal que nos deja de frente a una fragilidad, como una precariedad que lleva a ver al hombre expuesto, sin defensas ante lo que la realidad le va presentando. Este mal puede ser atractivo para el hombre. Y lo puede llevar a decidir, optar y elegir para darle sentido a lo que hace y que lo lleve a abrirse o cerrarse posibilidades de realización (Zubiri, 1993).
Este mal nos enfrenta a reconocer nuestra ira que está reprimida, como un proceso de resentimiento que tiene un valor muy importante para las relaciones humanas (Nussbaum, 2018). Ya que se puede utilizar como crecimiento ante un sentimiento de injusticia al dar importancia a lo que se va sintiendo, comprendiendo y reconociendo en el interior. De fondo busca hacer un ejercicio de restauración de algo que se ha perdido, de sentirnos vulnerables y que tiene que ver con responder al sentirnos atacados.
Parte de sentirnos vulnerables ante este mal, es reconocer que existen sentimientos que en algún momento llevan al vacío, al sin sentido. A la parte de la banalidad de la vida ahí “donde se hace imposible habitar el mundo” (Mèlich J. C., 2021, pág. 23).
Como si fuera un desierto que no se puede habitar, árido, sin sentido, donde cada espacio es sofocante y la muerte reina alrededor. O como si existiera una raíz que nos recuerda día a día y paso a paso que la maldad, los sin sentido, las angustias, las melancolías y las formas en las que se pierde el control de la persona es parte de lo humano, de aquello que tiene su ser y su personalidad. Como si la parte mala pusiera frente a frente al hombre con la pobreza de su persona que a su vez es reflejada con la pobreza del mundo. Donde poco a poco se va reflejando con los totalitarismos como la economía, los gobiernos, las guerras, el narcotráfico.
Botero y Leal Granobles (2013) citando a Hannah Arendt nos dicen:
“Para Arendt, el terror de los totalitarismos es un fenómeno que desafía la comprensión humana: “la terrible originalidad del totalitarismo no se debe a que alguna «idea» nueva haya entrado en el mundo, sino al hecho de que sus acciones rompen con todas nuestras tradiciones, han pulverizado literalmente nuestras categorías de pensamiento político y nuestros criterios de juicio moral”. (Arendt, 1999: 31-32).
Para hacernos ver que los totalitarismos nos llevan a una dominación, a una pérdida del sentido de lo humano, como parte de una privación, de un desconocimiento, de un quitar el rostro del otro, del que se hace presente o como lo explican Botero y Leal Granobles (2013):
El primer paso hacia la dominación total consiste en la aniquilación de la persona jurídica:
“Ello se logra, por un lado, colocando ciertas categorías de personas fuera de la protección de la ley y obligando al mismo tiempo al mundo no totalitario, a través del instrumento de la desnacionalización, al reconocimiento de la ilegalidad”. (Arendt, 2002a: 665)
Por medio de los instrumentos de desnacionalización, los totalitarismos privaron a las víctimas de sus derechos y liquidaron las leyes positivas que amparaban a estos ciudadanos. Para poder protegerse de los abusos del Estado.
Retomo esto del totalitarismo porque en su mayoría, buscan exaltar el poder, no verse frágiles, débiles, divididos y sobre todo humanos. Y tratando de imponer un régimen o una ideología que perdure y sobre todo que busque pasar por encima de los otros a cualquier costo. Generando destrucción y sufrimiento en las personas, en el mundo y en la naturaleza; dejando un sentimiento de ira o de venganza ante el que comete tal atrocidad.
Pareciera que esto nos deshumaniza, nos quita la forma de actuar y de ser en la sociedad. Es como lo mencionan Botero y Leal Granobles (2013) citando a Arendt:
Tras la aniquilación de la persona jurídica, el asesinato de la persona moral y la destrucción de la humanidad, los hombres son transformados en cadáveres vivientes, sin el más ligero rasgo de espontaneidad.
Sólo quedan entonces fantasmales marionetas con rostro humano que se comportan todas como el experimento del perro de Pavlov, que reaccionan todas con perfecta seguridad incluso cuando se dirigen hacia su propia muerte y que no hacen más que reaccionar.
Este es el verdadero triunfo del sistema: «El triunfo de las S.S. exige que la víctima torturada se deje llevar hasta la trampa sin protestar, que renuncie a sí misma y se abandone hasta el punto de dejar de afirmar su identidad… Los hombres de la S.S (…) Saben que el sistema que logra destruir a la víctima antes de que suba al patíbulo (.) es incomparablemente el mejor para mantener esclavizado, sometido a todo un pueblo. Nada es más terrible que estas procesiones de seres humanos caminando como muñecos hacia su muerte.» (Arendt, 2002a: 675-676)
Como si todo esto a través de la dominación, buscará terminar con lo que nos hace humanos. Y además con aquello que nos convierte en hombres libres. Pareciera que es un cambio a lo superfluo, al no cuestionamiento, a no sentir la injusticia, a no reconocer la experiencia de la vida. Sobre todo a olvidar que este mundo es histórico y que se construye con otros y otras para no caer en los errores del pasado.
La invitación es a no olvidar lo que nos hace ser humanos y lo que genera la experiencia de la libertad, del respeto y de la solidaridad. Esto para no repetir las dinámicas del pasado o echar la culpa al pasado para no asumir el presente.
La entrega pasada nos invitaba a pensar seriamente el proceso en el que estamos haciendo salir a las personas. Ese proceso también está marcado por el mal que nos aleja de lo humano y de lo que es profundo para la persona. Y sobre todo que nos es tan natural en el día a día. ¿Cuántas muertes, personas desaparecidas, mujeres violentadas, van a ser necesarias para reaccionar y salir al encuentro de la vida?
Para finalizar la reflexión sobre el mal que nos aleja de lo humano, y dar paso a la espera de la siguiente entrega. Te hago las preguntas ¿cuántas veces nos hemos cansado del escenario en el día a día?, ¿en dónde radica la esperanza?
Referencias
Botero, A. J., & Leal Granobles, Y. (2013). El mal radical y la banalidad del mal: Las dos caras del horror de los régimenes totalitarios desde la perspectiva de Hannah Arendt. Universitas Philosophica, 99-126. Obtenido de http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-53232013000100005
Mèlich, J. C. (2021). La fragilidad del mundo. Barcelona: Tusquets Editores.
Nussbaum, M. (2018). La ira y el perdón. Resentimiento, generosidad, justicia. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
Zubiri, X. (1993). Sobre el sentimiento y la volición. Madrid: Alianza Editorial.
Lee la publicación anterior del autor: ¿Por qué decimos que nos educamos? Y ¿para qué nos educamos?
El mal que nos aleja de lo humano