Por Eduardo Cabrera/ LinkedIn: Jorge Eduardo Cabrera Balcazar
HOLA, soy Eduardo Cabrera un apasionado del marketing, desarrollo de negocios, estrategia comercial y la comunicación.
Con esta colaboración doy inicio a una faceta que le pone una “mancha mas al tigre”, compartir las experiencias y los aprendizajes adquiridos durante una buena cantidad de años, y que ahora convierto en una prioridad personal y hasta una satisfacción para el alma.
Deseo poder ser interesante para aquellos que intuyen o saben que no hay mejor manera de ganar una batalla, y sobre todo, ganar una batalla en el mundo de los negocios y el marketing, al hacer uso de la genialidad y la aplicación racional de los recursos disponibles con el fin último de convertir un producto, servicio, marca o persona en algo visible y sobre todo deseado.
Pues aquí vamos, en esta primera entrega pretendo demostrar que la estrategia y el desarrollo de productos/servicios tienen muchas interacciones y se amalgaman en una sola pieza.
Comienzo con una pregunta algo básica, pero disruptiva al mismo tiempo:
“¿en verdad sabemos lo que significa la palabra estrategia?”.
Para validar nuestra posible respuesta, uso algunas definiciones que me encontré gracias a la invocación realizada a Sn Google y La Real Academia de la Lengua Española, quienes respondieron a mis plegarias con las siguientes frases.
Estrategia es:
1. Arte de dirigir las operaciones militares.
2. Traza para dirigir un asunto.
3. En un proceso regulable, conjunto de las reglas que buscan una decisión óptima en cada momento.
Al digerir las definiciones y combinarlo con mi imaginario de la estrategia, me convenzo que estas se quedan cortas y se generan algunas implicaciones de muy diversa índole e impacto, ya que tener una estrategia y ser un estratega implica dirigir, guiar, entender, decidir, analizar, tener conciencia del tiempo espacio y recursos, y algo fundamental, LOGRAR.
Habiendo digerido el significado e implicaciones de “estrategia”, me saltan a la cara algunas preguntas que son más una introspección que una explicación, y seguramente el lector de estas líneas se hará algunas de las siguientes preguntas:
¿En verdad tengo una estrategia cuando realizo un proyecto, lanzo un producto, preparo una comunicación o desarrollo una campaña?
¿Me comporto como un verdadero estratega? y ¿tomo la responsabilidad de dirigir y lograr?
¿Tomo decisiones óptimas en cada momento?
Cuando interiorizo las definiciones y preguntas, descubro que ya no es tan fácil decir que sigo una estrategia o me comporto como un estratega.
Aplicar una estrategia o ser un estratega implica un nivel de responsabilidad mayor, sin contar que obliga a tener un conocimiento de las circunstancias y un entendimiento del entorno que no cualquiera tiene y me obliga a dirigir y lograr un objetivo.
¿En verdad nos comportamos así cuando decimos que decimos que actuamos estratégicamente?
Y aunque en esta ocasión no quiero entrar en discusiones con mayor profundidad filosófica, ser estratega también implica ser líder, visionario, ágil, curioso y otros atributos mas, pero de eso ya hablaremos en el futuro.
Dicho lo anterior, creo que ha llegado la hora de volver a dignificar el papel de la estrategia y de los estrategas, para convencernos que usar estas palabras genera implicaciones personales serias; y solamente quienes entienden el significado profundo de la estrategia, comprenden igualmente la responsabilidad que esta genera a la persona o personas que viven en un ámbito estratégico.
Te dejo una reflexión:
Ahora que vivimos en un entorno de respuestas rápidas, de gran inmediatez, donde es difícil contar con todos los elementos analizados y ponderados, ¿actuamos y respondemos de una manera estratégica?.
A mi juicio es una pregunta que deberíamos hacernos sinceramente, sobre todo si tenemos la enorme responsabilidad de liderar un proyecto, desarrollar una campaña, crear un producto o promover un servicio.
Pero tampoco entremos en pánico, ni hagamos un movimiento pendular que nos lleve a parálisis o lentitud en la toma de decisiones, de todas maneras, el mundo sigue girando y la inmediatez seguirá siendo una directriz ineludible, y no caigamos en un nuevo error, todo por el único y firme propósito de ser “estratégicos”.
El arte de la estrategia y de ser estratega radicará en nuestra capacidad de balancear la velocidad de respuesta y acción, con el estudio, análisis y entendimiento del entorno, sin perder de vista el logro de objetivos en tiempo, al menor costo y el mejor esfuerzo.
Concluyo con un pensamiento adicional:
En un entorno de negocios muy volátil, de rápidos cambios y nuevas influencias, tener el concepto inicial claro, los objetivos definidos y mediciones continuas.
Será la única forma en la que el estratega podrá navegar dentro de un ambiente turbulento, lleno de riesgos y retos cambiantes, para llevar su plan, producto o servicio a buen puerto, generando utilidad y logrando los objetivos en tiempo razonable. Como lo haría cualquier capitán de barco o general de fuerzas militares.
Quizá sea buen momento para leer algo de estrategia militar, ¿no te parece?, te sorprenderías de lo que se ha escrito ahí y tiene enorme vigencia.
Hay una enorme similitud entre la planeación militar y el desarrollo de marca y productos; y los militares tienen a la estrategia como uno de sus mayores atributos y formas de pensamiento.
Nos leemos en la siguiente colaboración.
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